Consiste en invertir en empresas que atraviesan por malos momentos
debido a la mala marcha del negocio, pleitos, catástrofes naturales,
etc. En estas situaciones el balance y la cuenta de resultados están muy
deteriorados, por lo que la cotización llega a niveles muy bajos. En
muchas ocasiones la empresa corre un riesgo alto de desaparecer.
El análisis técnico, las velas japonesas y el análisis fundamental no
sólo no son excluyentes sino que es preferible combinarlos,
especialmente en este tipo de situaciones porque en estas circunstancias
es habitual que muchos inversores toman decisiones irracionales, tanto
al alza, provocando fuertes rebotes en empresas que están prácticamente
abocadas a la desaparición, como a la baja, vendiendo a cualquier precio
las acciones de empresas que tienen problemas pero es muy improbable
que lleguen a desaparecer.
Es imprescindible seguir muy de cerca las soluciones adoptadas para
reflotar la empresa, ya que en ocasiones se da entrada a nuevos socios
que aportan capital pero a cambio de diluir la participación de los
antigüos accionistas en la empresa. Puede darse el caso de que ese nuevo
capital reflote la empresa y esta vuelva a obtener beneficios pero sin
embargo el valor de las antigüas acciones quede reducido en mayor o
menor medida, llegando incluso a cero.
En la inversión de valor se compran empresas cuyo valor es muy superior a
su cotización y se espera a que el mercado reconozca ese valor. En las
empresas en reestructuración es diferente; se compra algo que está muy
mal pero que, en opinión de los inversores que compran esas acciones,
tiene posibilidades de incrementar su valor mediante transformaciones en
sus activos, planes de actuación especiales, cambio radical de la
actividad de la empresa, etc. En realidad las reestructuraciones son un
caso específico, bastante más arriesgado de lo habitual, de la inversión
de valor.
En caso de que la inversión resulte un éxito las revalorizaciones suelen
ser mucho mayores que la media del mercado, y las posiciones
normalmente se mantienen durante años, ya que a una empresa no se le “da
la vuelta” en dos días.
En muchas ocasiones la cotización de estas empresas puede evolucionar de
forma muy distinta al conjunto del mercado, pudiendo tener grandes
revalorizaciones mientras el mercado cae si los planes de la empresa
tienen éxito o fuertes caídas mientras el mercado se revaloriza de forma
importante si la empresa no consigue salir de su crítica situación.
Los ejemplos son infinitos pero por citar unos pocos; una empresa de
fabricación de volantes que se reconvierte en fabricante de neveras, una
industria que se reconvierte en inmobiliaria aprovechando los terrenos
de sus fábricas, etc. NOKIA, por ejemplo, empezó siendo una papelera en
1865 y ha tranformado su negocio en varias ocasiones hasta la
actualidad.
Este tipo de inversiones tienen un riesgo muy alto.
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