martes, 14 de febrero de 2017

Dinero que necesitas en cada etapa de tu vida

Una de las mayores preocupaciones actuales de las personas en lo relacionado con su futuro económico es la incertidumbre sobre si tendrán suficientes recursos financieros en los últimos años de su vida. Las proyecciones demográficas de muchos países avanzados, entre ellos España, hacen presagiar que los sistemas públicos de pensiones pueden encontrase en serias dificultades a la hora de hacer frente a las necesidades financieras de las personas jubiladas allá por el año 2050. Las soluciones que se han venido dando en los últimos años para intentar atajar dicha situación no son más que parches temporales que no solucionan el problema de fondo. Por lo tanto, cabe preguntarse si podemos hacer algo como individuos para no tener que depender en el futuro de un sistema de pensiones que, en el mejor de los casos, será raquítico. La respuesta por supuesto es SÍ. Podemos (debemos) ponernos manos a la obra cuanto antes en la construcción de nuestra independencia financiera, independencia que nos permita obtener el capital suficiente para poder estar tranquilos a medida que nuestra vida va consumiendo etapas. Por ello, es necesario que tengamos presente cuál es la cantidad de dinero que necesitamos en cada una de nuestras etapas vitales, y poder así organizar nuestro trabajo y marcarnos unos objetivos concretos que no perdamos de vista. Por supuesto la cifra de la que hablemos no es la misma para todos sino que cada persona tiene sus propias condiciones y deseos, y dicha cifra debe establecerse en función de las necesidades, obligaciones y deseos de cada individuo. Un instrumento muy útil que nos va a servir como marco de referencia para nuestro análisis es la denominada hipótesis del ciclo vital.


En el año 1965 los economistas Franco Modigliani y Albert Ando elaboran la denominada hipótesis del ciclo vital. Esta hipótesis argumenta que al individuo le interesa tener un patrón de consumo ligeramente creciente a lo largo de su vida, cosa que conseguirá trasladando capital (generando capital y ahorrando) de las etapas vitales donde sus rentas son más altas a aquellas etapas de su vida donde las rentas serán más bajas.


ETAPAS VITALES Y GENERACIÓN DE RECURSOS


Podemos dividir la vida de una persona en cuatro grandes etapas: 1) niñez/adolescencia, que abarca desde el nacimiento hasta los 25 años. 2) Juventud, que abarca desde los 26 hasta los 50 años. 3) Madurez, desde los 51 hasta los 70 y 4) ancianidad, desde los 71 en adelante. En cada una de estas etapas de la vida del individuo sus necesidades y su renta disponible serán diferentes, por lo que también lo serán sus hábitos de consumo y su necesidad de ahorro.

La etapa de niñez/adolescencia se caracteriza porque, por norma general, el individuo carece tanto de rentas salariales como de patrimonio (salvo  que reciba una herencia). Cierto es que cuando alcanza la edad legal para poder incorporarse al mercado laboral (en España son los 16 años) y obtener así su primer salario, pero por norma general son trabajos de baja cualificación con unos salarios muy bajos, por lo que la capacidad de ahorro del individuo es muy reducida y su patrimonio neto es nulo o muy reducido. Sin embargo, los últimos años de esta primera etapa de su vida son un buen momento para comenzar a establecer los cimientos de su independencia financiera, creando un pequeño capital que le permita iniciar la siguiente etapa de su vida (en donde ya tendrá mayores responsabilidades) con un colchón financiero que le permita tener una seguridad a la hora de comenzar su vida como individuo independiente. Como vimos en un post anterior, existen fundamentalmente dos grandes formas de obtener ingresos: Ganancias de capital y flujos periódicos. En esta etapa de la vida, es recomendable que el individuo ponga algún capital prestado o generado a trabajar para él y beneficiarse de la generación de ganancias de capital.


La etapa de juventud es la etapa más importante de la vida de un individuo, pues es la etapa en donde desarrollará su proyecto de vida independiente y donde creará las condiciones financieras que determinarán su bienestar en la etapa de vejez y ancianidad. Es en esta etapa de juventud donde el individuo se desarrolla profesionalmente y alcanza su mejor posición laboral, con los consecuentes incrementos salariales, pero también es donde adopta otro tipo de obligaciones (hipoteca, educación de los hijos…) que tienen una incidencia directa sobre sus finanzas personales. Su objetivo financiero en esta etapa es generar una riqueza neta positiva los más grande posible y para ello debe disponer de la mayor cantidad de activos posibles, destinando una parte importante de sus recursos a la obtención de ganancias patrimoniales que le permitan acumular capital de forma creciente aprovechándose de los beneficios de la capitalización compuesta. Tendrá gran exposición a los mercados financieros aunque siempre teniendo en cuenta su perfil de riesgo.


La etapa de madurez debería ser la etapa de la estabilidad del individuo. Si ha actuado de forma correcta durante sus años de juventud, dispondrá de una riqueza neta positiva. En estos años de vida las obligaciones financieras tienden a disminuir y a desaparecer: La vivienda se termina de pagar, los hijos ya han abandonado el hogar y tienen su propio empleo, y disponemos de unos recursos importantes que deben ser utilizados para disfrutar en su etapa de ancianidad. En lo que respecta a la generación de recursos, su principal objetivo ya no será la acumulación de capital sino su preservación, por lo que su exposición a los mercados financieros será menor. Buscará más los ingresos vía flujos periódicos, que obtendrá a través de su salario y de algún ingreso pasivo si se diese el caso (es muy recomendable). Su exposición a los mercados financieros ya no buscará  principalmente el incremento exponencial de su dinero sino que combinará esa menor búsqueda de ganancias patrimoniales con la obtención de productos financieros con intereses atractivos (bonos, dividendos…).

Por último, la etapa de ancianidad es la etapa en la que el individuo dedica menos atención a sus ingresos. Al disponer de unos ingresos menores que en las etapas de su vida anterior, destina parte de su capital acumulado en el pasado al consumo presente. En lo que respecta al rendimiento de su capital, ya no estará expuesto a productos financieros agresivos (fondos de inversión, acciones…) sino que se decantará por productos que le permitan que su dinero no pierda capacidad adquisitiva (depósitos, letras del tesoro).


Como vemos, las necesidades financieras de los individuos son muy cambiantes con el tiempo por lo que las cantidades de dinero que necesitan en un momento u otro son muy diferentes. A esto hay que sumarle las características personales de cada uno que pueden hacer que dichas necesidades financieras se acentúen en cada etapa de la vida. Pero  si hay algo en lo que todos los asesores financieros estamos de acuerdo es que los individuos que comienzan antes a tomar las riendas de sus finanzas son aquellos que toman las mejores decisiones y que menos apuros pasarán a lo largo de su vida. ¿A qué esperas para comenzar a planificar tu vida financiera?


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