jueves, 11 de mayo de 2017

Financieramente libre

Estoy seguro que en algún momento de tu vida has oído hablar de las llamadas siete maravillas del mundo, un conjunto de obras esculturales y arquitectónicas que se caracterizan por ser consideradas como el logro más importante de la capacidad de invención y creación humana. Tradicionalmente se conocen como las siete maravillas del mundo clásico  la gran pirámide de Guiza, la estatua de Zeus, el faro de Alejandría, los jardines colgantes de Babilonia, el coloso de Rodas, el mausoleo de Helicarnaso y el templo de Artemiso, existiendo solamente a día de hoy la pirámide de Guiza. Recientemente se ha llevado a cabo una votación para determinar las siete maravillas del mundo de la edad moderna, resultado elegidas el coliseo romano, la gran muralla china, el monte Machu Picchu, la ciudad de Petra, el Taj Mahal, el Chichén Itzá y el Cristo corcovado de Rio de Janeiro. Sin duda es un tema apasionante  y te invito a que veas documentales acerca del tema y, si es posible, que visites en persona cada una de estas maravillas creadas por la mente humana. Pero no estamos aquí para hablar de historia, sino para hablar acerca de cómo conseguir ser financieramente independientes.

Hoy me gustaría introducir un concepto financiero extremadamente importante que hará que avances más rápido en el camino hacia tu independencia financiera, un instrumento tan sumamente poderoso que en su momento fue definido por la mente más brillante que haya habitado la tierra, Albert Einstein, como la octava maravilla del mundo: La capitalización compuesta.


EL CONCEPTO


La capitalización es la operación financiera por la que trasladamos el valor presente de nuestro dinero a su valor futuro, es decir, cuando realizamos un cálculo de capitalización estamos intentando conocer cuál será el valor futuro de un capital del que disponemos actualmente en función de qué régimen financiero vayamos a aplicar a dicho capital.

En nuestro interés en capitalizar nuestro dinero va a ser fundamental conocer qué régimen financiero tenemos que aplicar para conseguir nuestro objetivo, que no es otro que maximizar nuestro capital. Por régimen financiero entendemos el acuerdo relacionado con la cesión y remuneración al que llegan las dos partes de una operación financiera, y que como decimos será determinante a la hora de considerar dicha operación. Así, decir que un determinado capital se remunera a un 5% no es decir gran cosa porque la clave de la operación radicará en el acuerdo al que lleguen las partes en lo relacionado a la forma en que se realizará el pago de intereses y el tiempo que durará la cesión del capital por parte del cliente a la entidad financiera. A la hora de hablar de la capitalización financiera nos podemos encontrar con dos tipos principales de regímenes financieros que podemos aplicar: el régimen simple y el compuesto.

El régimen financiero simple se caracteriza porque los intereses pagados son proporcionales a la cantidad de dinero invertido y  al plazo de vencimiento de la operación. Los intereses a cobrar por parte del inversor son pagados por la entidad financiera en un solo pago por norma general en la fecha de vencimiento de la operación (junto con la devolución del capital inicial), aunque en ocasiones existe la posibilidad de percibir los intereses por adelantado. Este tipo de régimen financiero es el que está vigente en los productos financieros más comunes, como los depósitos (capitalización simple).


Imaginemos que invertimos 6.000€ en un depósito a dos años con unos intereses del 3% a pagar en la fecha de vencimiento. ¿Cuánto recibiremos por nuestro dinero?

–          Cf= 6.000 x (1+0,03.2)= 6.360€

El régimen financiero compuesto (capitalización compuesta) es aquel régimen financiero en el cual los intereses sobre el capital no son abonados en un único pago, sino que éstos se abonan periódicamente en determinados momentos durante la vigencia de la operación financiera, lo que provoca un incremento exponencial de nuestro capital invertido debido a la acumulación de los intereses, que a su vez genera más intereses. Es decir, cuando en una operación de capitalización compuesta los intereses pagados se acumulan al capital inicial y el próximo pago de intereses se realizará tomando como base la suma del capital más los intereses cobrados en el primer pago.

Imaginemos que invertimos 6.000€ en un producto financiero a cuatro años a un interés del 3% con un pago trimestral de intereses. ¿Cuánto recibiremos por nuestro dinero?

–          Cf= 6.000 x ( 1+0,03.1/4)^(16) = 6.761,95€     (* se multiplica el interés por ¼ dado que un año tiene cuatro trimestres;  se eleva a dieciséis porque son los trimestres que tienen cuatro años)



Como vemos el efecto exponencial juega a nuestro favor en el caso de la capitalización compuesta, por lo que a partir de ahora en nuestras operaciones financieras vamos a tratar de capitalizar nuestro dinero, lo que hará que nuestro camino hacia la independencia financiera se recorra mucho antes. Los beneficios que se obtienen de la aplicación de este principio financiero se pueden disfrutar en su máxima expresión en la inversión a largo plazo, donde su poder exponencial trabaja a toda máquina. En esta tabla puedes ver la evolución de un capital inicial de 10.000€ invertido al 5% anual con reinversión anual de beneficios






¿QUÉ PRODUCTOS FINANCIEROS OFRECEN CAPITALIZACIÓN COMPUESTA?


Aquí es donde llegan las malas noticias: ningún producto financiero por sí solo nos ofrece la posibilidad de disfrutar de una capitalización compuesta, por lo que no nos queda otra opción que la de construirnos nuestro propio producto con crecimiento exponencial del capital.  La forma más sencilla de construir nuestro producto compuesto es la de reinvertir los intereses que obtengamos por nuestras inversiones. Así por ejemplo, si contratamos inicialmente un depósito, los intereses que cobramos a su vencimiento los reinvertiremos junto con el capital inicialmente invertido en un nuevo depósito, cuyos intereses serán reinvertidos junto al capital inicial en un nuevo depósito a su vencimiento, y así sucesivamente. Lo mismo podemos hacer mediante la reinversión total o parcial de los dividendos cobrados por la tenencia de acciones, o con los intereses cobrados por la compra de títulos de deuda.

Como ves Einstein tenía razón. La capitalización compuesta es maravillosa y debemos tenerla en cuenta a partir de este mismo momento puesto que es un elemento básico para alcanzar nuestra independencia financiera

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.