viernes, 28 de octubre de 2016

Triángulo de la inversión

Si te interesa el mundo de las finanzas y ya tienes una edad, me imagino que alguna vez habrás destinado parte de tu dinero a realizar algún tipo de inversión financiera, teniendo mayor o menor éxito. Puede que hayas seguido los consejos de alguna revista especializada, que hayas aplicado los conocimientos que tengas adquiridos sobre el tema o  simplemente puede que le hayas hecho caso a un amigo, y estoy totalmente seguro de que has tenido más de una pérdida con la que no contabas.

Cuando descubrimos el apasionante mundo de la inversión financiera nos  centramos erróneamente en los beneficios que podemos obtener en vez de analizar nuestras decisiones de inversión a través de los riesgos en los que vamos a incurrir, lo que hace que en muchas ocasiones no seamos conscientes de las enormes posibilidades que tenemos de pegarnos un batacazo considerable que haga que perdamos una parte importante de nuestro capital. Como te digo, esto suele ocurrir en nuestra primera etapa de inversor (aunque hay personas que llevan años invirtiendo y siguen cometiendo este tipo de errores), cuando somos unos novatos, y es precisamente en esta etapa donde más riesgo existe de que metamos la pata cayendo en chiringuitos financieros tales como Nueva Rumasa, Afinsa, Gescartera… o en productos financieros poco recomendables tales como las  participaciones preferentes,  deuda subordinada, bonos convertibles…  Normalmente el ansia por invertir de inmediato que se genera al descubrir un mundo en donde es posible obtener cantidades de dinero importantes,  hace que no prestemos mucha atención al análisis de la inversión que queremos realizar y cegados por la alta rentabilidad que podemos obtener nos lanzamos a ello obteniendo  muchas veces resultados catastróficos.


Pues bien, para evitar que tú, querido lector, cometas los menores errores posibles te voy a explicar brevemente el famoso triangulo de la inversión, nombre con el que son conocidos en el mundo financiero los tres pilares básicos en los que se sustenta toda inversión: Liquidez, rentabilidad y riesgo.

Por Liquidez entendemos la facilidad que tiene una inversión, sea del tipo que sea, de transformarse en dinero líquido. Cuanto más rápido podamos disponer del capital invertido en nuestra cuenta corriente más liquida será la inversión. Nosotros como inversores siempre optaremos por realizar operaciones lo más liquidas posibles, puesto que esto nos permitirá corregirlas si la evolución de éstas no es la que nosotros habíamos previsto. Así, preferiremos siempre una inversión en acciones o en bonos que una inversión en ladrillo.



Otro de los pilares que definen una inversión es el riesgo que asumimos. Obviamente a mayor riesgo, mayor probabilidad de perder nuestro capital. Desde ahora realiza tus análisis de inversión en función del riesgo que asumes y no sobre la posible rentabilidad que puedes obtener, recuerda que el riesgo es una certeza mientras que la rentabilidad no. Algunos productos financieros ordenados de menor a menor a mayor riesgo son los siguientes: depósitos bancarios, bonos y obligaciones del estado, acciones, derivados financieros…

Por último en toda inversión que pretendamos llevar a cabo debemos analizar la rentabilidad. Pero no nos vamos a ceñir a buscar un producto con la rentabilidad más alta, sino que vamos a analizar esta en función de su relación con el riesgo. Debes recordar siempre que rentabilidad y riesgo son dos conceptos que están directamente relacionados, ya que mayores rentabilidades implican siempre asumir mayores riesgos. Por lo tanto, si cuando acudimos a nuestro banco nos ofrecen por un producto con poco riesgo (por ejemplo un depósito) en el que nos prometen una rentabilidad muy elevada, sospechemos porque probablemente nos estén ofreciendo un producto distinto al que le pedimos. Si por ejemplo nosotros demandamos un depósito y los productos que nos presentan como tal nos promete una rentabilidad del 7%, obviamente hay algo que no encaja.


Estos son a grandes rasgos los elementos que definen una inversión, sea del tipo que sea, y por lo tanto es nuestra obligación tenerlos en consideración y a partir de ahora aplicarnos en su análisis cuando pongamos nuestro dinero a trabajar, buscando operaciones lo más liquidas posibles y con un binomio rentabilidad / riesgo equilibrado.

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